Todos
podemos ser como el Cid Campeador…
“Y
volvió el Cid con todas sus parias hacia el rey don Alfonso, su señor. El rey
le recibió muy bien y se sintió muy
contento y satisfecho de cuanto allá hiciera. Por esto muchos le tuvieron
envidia e intentaron hacerle daño indisponiéndole con el rey.
El rey, como estaba de antiguo predispuesto en contra suya, los creyó, y envió a decir al Cid, por medio de una carta, y aunque estaba lleno de pesar, no quiso dejar de hacer lo que se le decía porque no tenía de plazo más que nueve días para salir del reino…
El rey, como estaba de antiguo predispuesto en contra suya, los creyó, y envió a decir al Cid, por medio de una carta, y aunque estaba lleno de pesar, no quiso dejar de hacer lo que se le decía porque no tenía de plazo más que nueve días para salir del reino…
Mío
Cid, el que en buena hora ciñó espada, se dio cuenta de que el rey Alfonso
podría buscarle para atacarle con todas sus mesnadas. Mandó entonces repartir
todos los bienes, y encargó a los quiñoneros que le diesen cuenta de todo por
carta. Tienen buena fortuna los caballeros y cada uno de ellos recibe cien
marcos de plata: los peones, la mitad, y la quinta parte queda para el Cid,…
En
Castejón no podemos quedarnos, el rey Alfonso está cerca y vendrá a buscarnos,
pero tampoco quiero asolar el castillo, sino dejar allí en libertad cien moros
y cien moras para que no digan mal de mí por aquello que les quité. Todos
seréis pagados y ninguno quedará por pagar. Dispongámonos a cabalgar por la
mañana, porque no querría pelear con Alfonso mi señor…”
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